viernes, 18 de septiembre de 2015

Hace 45 años, Black Sabbath encendía la llama del heavy metal con su álbum “Paranoid”

“Ese rollo del amor está distorsionado”, dice Ozzy Osbourne, vocalista fundador de Black Sabbath. “Una semana te enamorás y a la siguiente te desenamorás y empezás a drogarte”. Geezer Butler, bajista y letrista de la banda, hace memoria: “La música que hacíamos en 1970 era el reflejo de lo que pensábamos y experimentábamos entonces. No tenía que ver con la droga, porque compartíamos algún porro pero no teníamos dinero ni para comprar alcohol. Pero no vivíamos el flower power ni las buenas vibraciones. El movimiento hippy era una mierda para nosotros; de donde veníamos, todo era triste y oscuro”.
Los Sabbath (Osbourne, Butler, el baterista Bill Ward y el guitarrista Tony Iommi) eran cuatro veinteañeros, supervivientes desencantados con sus trabajos en fábricas de Birmingham, Inglaterra. Cuenta la leyenda que Ozzy asistió a la grabación de su primer disco (“Black Sabbath”, 1970) descalzo por no poder costearse unos zapatos nuevos. Pero su debut, registrado del tirón en apenas dos días, levantó expectativas en Estados Unidos y su compañía de discos empujó al grupo de nuevo al estudio sólo cuatro meses después. Así, desde la urgencia y los sentimientos más primarios, se concebiría su obra cumbre: “Paranoid”.
El álbum tenía previsto llamarse “War pigs” (Cerdos de la guerra, en castellano), como la canción que lo abre, un quebrantahuesos antibelicista de casi ocho minutos. Su sello trajo la portada, una de las más feas de la historia del rock, la del tipo vestido de rosa con un casco y un sable en la mano. “Para empezar, la portada es horrible”, confiesa Butler. “No nos gustaba, pero era idea de la compañía y tuvimos que aguantarnos. Ya era muy mala para un disco llamado ‘War pigs’, pero luego acabó siendo ‘Paranoid’ y ya ni siquiera tenía sentido”.
En efecto, debido a la controversia surgida con la guerra de Vietnam y para no meterse en berenjenales, su compañía, Vertigo, decidía in extremis cambiar el nombre al álbum por el del último tema grabado, el que más les gustaba. Recuerda Bill Ward: “No teníamos suficientes canciones y nos pidieron una más. Tony Iommi empezó a tocar los acordes de ‘Paranoid’ y todos lo seguimos. Nos llevó 20 o 25 minutos terminarla”.
El tema, el más directo (casi punk) y conciso (por tanto, el menos representativo) de cuantos hubiesen facturado los Sabbath en su corta historia, se ganó los corazoncitos de los ejecutivos discográficos y fue promocionado como primer single, tirando del disco hasta lo más alto de la lista británica. “Paranoid” se convirtió en un clásico casi al instante y, en una muestra de delirio sin parangón, hasta fue interpretada por Ozzy Osbourne y Tony Iommi, con Phil Collins de batería, en el 50º aniversario de la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra, en 2002.
El rock contenido en el segundo disco de Black Sabbath no es precisamente aristocrático, pero tampoco satánico, como algunos creen. Más bien, una colección de poemas desencantados, versos simplones pero que, declamados por el afectado Osbourne, surtían un efecto demoledor y conmovían sin remedio a los jóvenes a ambos lados del Atlántico.
“Paranoid”, el disco, habla de guerra, angustia, alienación, desconexión, droga, frustración… Ahí, el antecedente de Nirvana y el grunge. Y, sobre todo ello, un halo de novela de ciencia ficción que lo impregna todo. Para muestra, “Iron man”, otro de los himnos, que sugiere el drama de un hombre de acero que viene del futuro y se venga de la humanidad por haber hecho de él lo que es.
“Paranoid” se publicó el 18 de septiembre de 1970; el mismo día que dijo adiós Jimi Hendrix. Vejado hasta la humillación por la crítica musical durante los primeros años 70, aquel disco es considerado hoy el gran padre del género heavy, instaurando unos cuantos de sus ingredientes fundamentales con los acordes categóricos de guitarra de Iommi, la imaginería futurista e inadaptada de Butler, el melodrama de Osbourne y los mamporrazos limpios y técnicos, como puntos de sutura, de Ward.

(Fuente: Rolling Stone) 


Tema x tema

* “War pigs”: Es junto con "Paranoid" e "Iron man", uno de los máximos exponentes sonoros del álbum y de la propia discografía de Black Sabbath. El tema lanza durísimas críticas hacia la guerra de Vietnam, los militares y los políticos, calificándolos como bien dice el título de la canción de "cerdos de la guerra".
* “Paranoid”: La canción nos traslada con su frenético riff a la desesperación existencial de un enfermo mental. Como dato interesante figura la similitud del riff de "Paranoid" con el de "Dazed and confused" de Led Zeppelin (de su LP debut "Led Zeppelin").
* “Planet caravan”: Es una relajada y psicodélica composición donde Ozzy Osbourne muestra su voz más dulce y melancólica.
* “Iron man”: Tema en cuyas letras se refleja la historia de un hombre que, viendo el fin de la humanidad, viaja al pasado para salvarla. En su viaje a través del campo magnético, se convierte en Iron Man, perdiendo el habla y el movimiento. Cuando quiere advertir a la humanidad acerca del desastre, es ignorado, por lo que clama -y consigue- su venganza, desatando el fin que había venido a evitar. El factor clave de esta pieza es sin lugar a dudas su genial y singular riff, uno de los mejores y más conocidos de la historia, que se repite de forma hipnótica. Asimismo es destacable el excelente trabajo en la batería de Bill Ward, que imita con su tan particular estilo el riff de la guitarra.
* “Electric funeral”: Es uno de los temas más siniestros de la discografía de Black Sabbath, donde dibuja un mundo devastado por la guerra nuclear con un excelente trabajo de los cuatro miembros que da como resultado una atmósfera que exhala pesimismo.
* “Hand of doom”: Es la primera canción en la que Black Sabbath trata el tema de la adicción a las drogas. La letra pertenece a Geezer Butler mientras que la música fue escrita por los cuatro miembros. La canción fue concebida después de que la banda había observado un creciente número de soldados estadounidenses que llegan a Inglaterra a finales de 1960 a partir de la guerra de Vietnam con adicción a las drogas graves, a fin de olvidar las atrocidades que vivieron.
* “Rat salad”: Es un breve tema instrumental compuesto para el lucimiento de Tony Iommi y sobre todo del baterista Bill Ward.
* “Fairies wear boots”: Es otra canción con un impecable trabajo del guitarrista Tony Iommi y con una letra que bromea respecto al abuso en el consumo de alucinógenos.

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