miércoles, 16 de marzo de 2016

¡Adiós amigos!: 20 años del último show de Ramones en Argentina

Generalmente, cuando uno es joven, anda por la vida sin tener una real dimensión de las cosas. Quedará para otro momento la discusión de si esto es una gran bendición o una terrible falencia. Lo cierto es que en ese marco, tuve la suerte de presenciar el último recital que dieron los Ramones en Argentina. De más está decir que lo disfruté a pleno, no sólo porque el cuarteto neoyorquino fue uno de los primeros en ponerle música a mi adolescencia, sino porque con ellos debuté en esto de asistir a shows internacionales.
Sin embargo, aquel 16 de marzo de 1996 no era consciente de que estaba a punto de ver la despedida definitiva de los “Monchos” (en realidad, después hicieron un puñado de fechas más en territorio estadounidense) y que ya no grabarían más discos con la excusa de recorrer los escenarios del mundo. Así como no caía en la cuenta sobre semejante acontecimiento, la verdad es que tampoco estaba sufriendo las consecuencias de haber sido despedido repentinamente del trabajo el día anterior (el primero que tuve con todas las de la ley), sin tener en cuenta que uno de los que fue conmigo al show era mi ex jefe.
Al margen de estas cuestiones extra musicales, ese día viví un espectáculo inolvidable y lleno de muy buenos momentos. La primera banda en plantarse sobre el escenario de River fue Superuva, a la que le siguieron los ascendentes 2 Minutos y Attaque 77, que con las dos guitarras al frente recientemente afianzadas, dieron un show impresionante.
Aunque no estaba familiarizado con su repertorio, los alemanes Die Toten Hosen me compraron con su potencia, sobre todo Campino, quien incluso cantó trepado al techo del escenario. Para mí, uno de los picos altos fue cuando tocaron “Hier kommt Alex”, ese tema que tantas veces escuché versionado por UK Subs en el casete “Radio Olmos”.
Otro que me conquistó desde el primer momento fue Iggy Pop, quien desplegó un show salvaje y poderoso. Durante su set, la Iguana mechó canciones de su discografía solista (“Lust for life”, “Home” y “The passenger”, mis favoritas) con algunos clásicos de los inoxidables The Stooges, entre ellos “I wanna be your dog”, “Raw power” y “No fun”.
Finalmente, y ya cuando el campo de River era un mar de gente, se escuchó el famoso “uanchutrifor”, con el que los Ramones desataron su arrolladora energía. Sin gestos nostálgicos ni demagogia, el cuarteto aprovechó su hora y cuarto sobre el escenario para repasar por última vez (al menos en nuestro país) la incontable cantidad de clásicos que cosechó en poco más de dos décadas de trayectoria. Al margen de lo increíble que era escuchar a estos cuatro tipos sonar en vivo, fue emocionante ver a Marky atrincherado detrás de la batería, a CJ apuntalando a pleno con su bajo, a Johnny castigando su eterna Mosrite y al gran Joey aferrado al micrófono en el centro del escenario y dejando su voz en temazos como “Teenage lobotomy”, “Blitzkrieg bop”, “Pet sematary”, “I just want to have something to do”, “Pinhead, “Poison heart” y “I believe in miracles”, entre otros.
En fin, en ese momento tuve la certeza que había presenciado un show memorable. Pero con el paso del tiempo caí en la cuenta que la música había perdido a uno de sus grandes exponentes y, lo peor de todo, es que ninguna banda sería capaz de llenar ese vacío..

                                                                                                                                                    Fernando

martes, 15 de marzo de 2016

Arte & Música: Travis Smith (Estados Unidos)

Con casi dos décadas de trayectoria y de la mano de un estilo tan sombrío como único, el artista gráfico Travis Smith (nacido el 26 de febrero de 1970 en California) logró posicionarse entre los mejores a la hora de ilustrar portadas para discos de heavy metal.
El puntapié inicial de su carrera lo dio en 1996, cuando un amigo lo convocó para que diseñe la tapa del nuevo disco de su banda. El álbum se titulaba “Bleeding” y el grupo en cuestión era -nada más y nada menos- que Psychotic Waltz, un nombre de cierto peso dentro de la escena del metal progresivo americano durante la década del 90.
Con el tiempo, logró reconocimiento a través de un estilo oscuro e introspectivo, que fue reforzado por el uso de fotografías compuestas digitalmente con algún otro medio.
En sus primeros pasos como ilustrador, Travis fue adquiriendo experiencia a través del trabajo para artistas de la talla de Death (“The sound of perseverance”), Iced Earth (“Something wicked this way comes”, “Alive in Athens”), Control Denied (“The fragile art of existence”), Solitude Aeturnus (“Adagio”), Nevermore (“Dreaming neon black”), Overkill (“Necroshine”), Opeth (“Still life”) y Katatonia (“Tonight’s decision”).
A lo largo de la primera década del 2000, el diseñador norteamericano plasmó todo su talento y creatividad en discos de bandas como Jag Panzer (“Thane to the throne”), Diabolical Masquerade (“Death’s design”), Katatonia (“Last fair deal gone down”, “Viva emptiness”), Devin Townsend (“Terria”), King Diamond (Abigail II: The revenge”), Amorphis (“Eclipse”, “Silent waters”, “Skyforger”), Riverside (“Anno domini high definition”), Opeth (“Blackwater park”, “Deliverance”, “Watershed”), Draconian (“Arcane rain fell”) y Anathema (“A natural disaster”), entre tantos otros.
En los últimos años, fue convocado por grupos como Eluveitie (“Everything remains as it never was”), Heathen (“The evolution of chaos”), Avenged Sevenfold (“Nightmare”), Opeth (“Heritage”, “Pale communion”), Bloodbath (“Bloodbath over bloodstock”), Katatonia (“Dead end kings”) y Riverside (“Shrine of new generation slave”).
Para conocer más sobre el artista: www.seempieces.com 

       

jueves, 3 de marzo de 2016

30 años del "Master of puppets": Metallica alcanza la gloria

Como muchos de mi generación, descubrí a Metallica a través de ese clásico instantáneo conocido como el “Álbum negro”. En aquella época (1991/1992), el bombardeo no daba respiro y el ataque era por todos los frentes: la radio, la TV, las revistas y los libros, todos hablaban de esa banda nacida en San Francisco que, con poco menos de 10 años de trayectoria, comenzaba a conquistar el mundo a fuerza de romper todos los récords.
El impacto fue tal que no pasó mucho tiempo hasta que empecé a indagar en los viejos discos del grupo. Así fue que un buen día le llegó el turno al clásico “Master of puppets”.
Mi acercamiento a esta obra fue a través de un casete pirata que me acompañó durante unos cuantos años. Ni su tapa color mal fotocopiada ni su sonido defectuoso (es más, el lado B culminaba abruptamente antes de lo previsto, así que por mucho tiempo no supe cómo era el “verdadero” final del tema “Damage, inc.”), impidieron que disfrutase de cada minuto de esta cinta, en la que los cuatro jinetes supieron llevar al thrash metal un paso más allá, gracias a esa interesante y atrapante mezcla de furia, técnica y pesadez.
A lo largo de 55 minutos, Metallica daba probadas muestras de que su éxito mundial tenía una sólida base. La intro acústica de “Battery” venía a ser como la calma que antecede a la tormenta. Tras la embestida sonora inicial del mencionado tema, llegaban la épica “Master of puppets” (gloriosa por donde se la mire), la pesada “The thing that should not be” (tan densa como un río de lava) y ese grito desgarrador hecho canción llamado “Welcome home (Sanitarium)”, con una letra que unos años después asocié a la gran película “Atrapado sin salida”, protagonizada por el gran Jack Nicholson.
El lado B del casete arrancaba con la imparable “Disposable heroes”, en la que James Hetfield se desgarra la garganta cantando en contra del sistema militar y las guerras.
Luego de ese estallido que representaba “Leper messiah” (todo un palo para la iglesia), la banda brillaba con el extenso instrumental “Orion”, una exquisita pieza compuesta por el talentoso bajista Cliff Burton, que curiosamente sonó en su funeral unos meses después. El punto final del álbum se cristalizaba de la mano de la agresiva y rápida “Damage, inc”, un cañonazo que dejaba bien en alto el estandarte del thrash metal.
Por todo esto, “Master of puppets” representa una obra maestra firmada por Metallica. Indudablemente, se trata de un diamante que jamás perderá su brillo, que ni siquiera fue opacado por los discos flojos, cambios de look y polémicas que la banda acarreó en los años siguientes. A álbumes como este se los denominada simplemente clásicos!.

                                                                                                                              Fernando