martes, 8 de septiembre de 2015

Peter Sellers: luces y sombras del rey de la comedia

Hace 90 años nacía el gran actor británico Peter Sellers (Richard Henry Sellers), quien inició su carrera con el grupo cómico The Goon Show y debutó en el cine en 1951. Se distinguió, sobre todo, como intérprete de comedias. Su trayectoria en la pantalla incluye casi 40 largometrajes.
En 1977, luego de varios ataques al corazón, le implantaron un marcapasos y se tomó un año sabático para relajarse. Pero, no tardó en cambiar de idea y quiso continuar rodando películas. El 21 de julio de 1980 se desplomó en la habitación del lujoso hotel londinense Dorchester y entró en coma. Dos días más tarde, con 54 años, murió en un hospital de la capital británica.

Su infancia
Uno de los detalles más presentes en las biografías de Peter Sellers (incluyendo la película “Llámame Peter”, con Geoffrey Rush en el rol protagónico) es la extrema dependencia que siempre lo unió a su madre, Agnes Sellers. Pero esa relación resulta hasta cierto punto explicable si la miramos más de cerca: hijo de un matrimonio de actores, con una infancia itinerante que fomentó un carácter ya de por sí insociable, Sellers se refugiaba en su progenitora cuando su padre, William, le espetaba frases tales que “tendrás un brillante porvenir como barrendero”.

A la sombra de su hermano
En realidad, Peter Sellers no se llamaba Peter, sino Richard Henry. El nombre con el que sus padres insistían en referirse a él, y con el que se hizo famoso, correspondía a un hermano nacido muerto unos años antes de que él llegase al mundo. Al igual que Philip K. Dick, otro insigne chiflado, Sellers tuvo que aguantar esa presión sobre su psique durante su infancia, su juventud y toda su vida, en general. No es de extrañar, entonces, que saliera con un carácter tan inestable.

¡Que suenen los tambores!
Aunque, siguiendo con la tradición familiar, Peter Sellers cultivase la interpretación desde bien jovencito, la auténtica pasión de sus años mozos no fue el arte dramático, sino la música. Más
concretamente, la batería: Sellers aprendió a tocar bajo la tutela de Joe Daniels, una leyenda del jazz británico, y pronto se reveló como un virtuoso, hasta el punto de ganarse comparaciones con Gene Krupa. Spike Milligan, su compañero artístico en los comienzos de su carrera, afirmaba que, de no habérsele dado tan bien lo de actuar, hubiera podido ganarse la vida como percusionista.

La guerra, en la India
Además de obligarle a dejar los estudios, la II Guerra Mundial tuvo otra consecuencia importante para Peter Sellers: le hizo emprender su primera gira como cómico de escenarios. Fue reclutado a la fuerza con sólo 15 años, pero como su miopía lo volvía poco apto para disparar un arma (y no digamos para pilotar un avión de caza, como pretendían sus superiores), el ejército le destinó al Gang Show, una troupe que entretenía a los soldados en el frente. Durante este período, Sellers fue destinado a Asia, recorriendo India, Ceylán (actual Sri Lanka) y Birmania, una experiencia que le serviría para dotar de verosimilitud a Hrundi V. Bakshi, su personaje de la película “La fiesta inolviable”.

Actividad paranormal
Otro lugar común sobre Peter Sellers es su condición de supersticioso extremo, tan cargado de fobias (su aversión a los colores verde y púrpura era legendaria) como propenso a afirmar que Stan Laurel, Napoleón o Leonardo DaVinci lo poseían (en el sentido espiritual) cuando necesitaba inspiración para un papel. Maurice Woodruff, su astrólogo de cabecera, tenía esto bien presente, y no reparaba en aceptar sobornos a cambio de sugerir a Peter que aceptase tal o cual papel. En cierta ocasión, el vidente advirtió a Peter de que una persona con las iniciales “B. E.” sería muy importante en su vida: por supuesto, el astrólogo se refería al director Blake Edwards, que le había pagado una generosa cantidad. Pero Sellers se tomó la sugerencia en otro sentido, casándose de inmediato con la actriz Britt Ekland, su segunda esposa, a la cual hizo ferozmente desgraciada.

Experto en desdoblarse
Desde su debut en la pantalla grande con “Penny points to Paradise” (1951), Sellers intervino regularmente en películas, con papeles secundarios que aprovechaban su capacidad para las payasadas y las caracterizaciones extremas. Pero, por mucho que títulos como “El quinteto de la muerte” (1955, su primer rol importante) o “El pequeño gigante” (1958) lo mostrasen en plenitud de facultades, el primer filme que aprovechó del todo su talento fue “Un golpe de gracia” (1959), cinta en la que se hizo cargo de los tres papeles protagonistas, uno de ellos femenino.

El factor Kubrick
Sobre el talento interpretativo de Peter Sellers pueden decirse muchas cosas, pero hay una que es
fundamental: fue el único actor al que Stanley Kubrick permitía improvisar en sus películas. El genio del Bronx se quedó pasmado con el trabajo de Peter en “La batalla de los sexos” (1959), y acudió a él para dar vida a Clare Quilty, el personaje más deleznable de “Lolita”. Tras su trabajo en el escandaloso filme, Sellers y Kubrick emprendieron una labor aún más extenuante en “Dr. Strangelove”, cinta en la que Sellers debía haber interpretado cinco papeles, pero en la que finalmente se hizo cargo de ‘sólo’ tres debido a un accidente en el rodaje.

La conexión Beatles
Siendo la voz su principal instrumento de trabajo, era normal que Sellers fuese uno de los primeros comediantes en grabar discos con sus actuaciones. Y no sólo discos: en 1961, una canción cantada a dúo con Sofía Loren se convirtió en un hit en el Reino Unido. Todo esto tuvo una consecuencia inesperada, porque Sellers solía trabajar con un productor discográfico llamado George Martin, más conocido por supervisar las grabaciones de cierto cuarteto de Liverpool. Tras conocer a George Harrison y Ringo Starr, con quien acabaría compartiendo plató en “Si quieres ser millonario, no malgastes el tiempo trabajando” (1969), el actor rindió homenaje a sus nuevos amigos grabando una versión burlesca de la canción “A hard day’s night” en 1965. Y, dice la leyenda, los Beatles confiaban tanto en su oído musical que él fue el primero en escuchar las maquetas del “Álbum Blanco”.

Cierto detective francés…
Puede que Blake Edwards no pudiera ganarse a Sellers sobornando a su astrólogo, pero finalmente consiguió ficharle para que participase en una comedia de robos y enredo titulada “La pantera rosa” (1964). Pese a hallarse a cargo de un papel secundario, Peter se tomó tan en serio la construcción de su personaje que este acabó siendo el mayor atractivo de la película: había nacido el mito del inspector Clouseau. Aunque Edwards y el actor se llevaron cada vez peor (hasta el punto de comunicarse sólo por escrito), prolongaron la saga a lo largo de otras cinco películas, con la notable excepción de “El rey del peligro” (1968), en la cual Sellers fue reemplazado por Alan Arkin.

¿La familia? Mal, gracias
Pese a ser un sujeto, en general, insoportable, Peter  Sellers tuvo una gran reputación como seductor durante su vida. Además de cuatro matrimonios (con Anne Howe, Britt Ekland, Miranda Quarry y Lynne Frederick), cada uno de ellos más tormentoso y trágico que el anterior, se puede mencionar un fugaz encuentro con Liza Minnelli y un presunto vínculo con Sofia Loren, que la diva italiana desmintió tajantemente. En cuanto a la relación con sus tres hijos, mejor no entrar en muchos detalles: la autoestima de Peter era tan baja que llegó al extremo de desheredar a sus tres vástagos cuando la menor (Victoria, de quince años por entonces) tuvo la osadía de llamarlo “gordo” durante el rodaje de “Desde el jardín”.

Woody y Welles, archienemigos
Suponemos que, cuando conoció a Woody Allen en el rodaje de “¿Qué tal, Pussycat?” (1965), Sellers debió experimentar un considerable ataque de nervios: por primera vez en toda su carrera, tenía que enfrentarse a alguien tanto o más gracioso que él mismo. Sellers emprendió desde entonces una auténtica guerra psicológica contra el genio de Manhattan, quien (para colmo) también ejercía como guionista del filme. En “Casino Royale” (1969), Sellers y Allen volvieron a encontrarse. Pero, en dicho filme, Peter chocó con un rival de su tamaño: nada menos que Orson Welles. El autor de “Ciudadano Kane” y el británico se llevaron mal desde el principio, y su relación complicó de tal manera un rodaje ya de por sí caótico que Sellers fue despedido antes de su conclusión.

Volver al primer plano
“Yo no existo: estoy vacío. Me extirparon el ego quirúrgicamente”, confesó Sellers durante su
intervención en “The Muppet Show” (1979). Y, si nos atenemos a los testimonios, aquello estaba muy cerca de la verdad. Tal vez por eso, un Sellers ya muy enfermo puso todo su empeño en adaptar “Desde el jardín”, la novela de Joseph Kosinski. Gracias a su interpretación de un jardinero autista, Sellers consiguió que la crítica volviera a elogiar su trabajo tras una década de vacas flacas, y se llevó la tercera de sus (infructuosas) nominaciones al Oscar. Lástima que, al año siguiente, “El diabólico plan del doctor Fu Manchú” recibiera unas críticas desastrosas.

La gran broma funeraria
Decir que Peter Sellers pasó sus últimas dos décadas coqueteando con la muerte sería inexacto: más bien, la buscó sin parar, tanto a través de un consumo de drogas desaforado como de un agobiante ritmo de trabajo. Estamos hablando de un recordman de los infartos que llegó a sufrir trece ataques al corazón seguidos durante la realización de “¡Bésame, tonto!” en 1964, algo que le llevó a abandonar el rodaje y a afirmar, desde entonces, que había visitado el ‘Más Allá’ personalmente. Cuando su decimoquinta crisis cardíaca le hizo abandonar este mundo en 1980, el actor destinó a sus deudos una última broma pesada: durante el funeral no paró de sonar “In the mood”, de Glenn Miller, la canción que Sellers más detestaba.

                                                                                                                     (Fuente: Cinemanía España)





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