Sin embargo, aquel 16 de marzo de 1996 no era consciente de que estaba a punto de ver la despedida definitiva de los “Monchos” (en realidad, después hicieron un puñado de fechas más en territorio estadounidense) y que ya no grabarían más discos con la excusa de recorrer los escenarios del mundo. Así como no caía en la cuenta sobre semejante acontecimiento, la verdad es que tampoco estaba sufriendo las consecuencias de haber sido despedido repentinamente del trabajo el día anterior (el primero que tuve con todas las de la ley), sin tener en cuenta que uno de los que fue conmigo al show era mi ex jefe.
Al margen de estas cuestiones extra musicales, ese día viví un espectáculo inolvidable y lleno de muy buenos momentos. La primera banda en plantarse sobre el escenario de River fue Superuva, a la que le siguieron los ascendentes 2 Minutos y Attaque 77, que con las dos guitarras al frente recientemente afianzadas, dieron un show impresionante.
Aunque no estaba familiarizado con su repertorio, los alemanes Die Toten Hosen me compraron con su potencia, sobre todo Campino, quien incluso cantó trepado al techo del escenario. Para mí, uno de los picos altos fue cuando tocaron “Hier kommt Alex”, ese tema que tantas veces escuché versionado por UK Subs en el casete “Radio Olmos”.
Otro que me conquistó desde el primer momento fue Iggy Pop, quien desplegó un show salvaje y poderoso. Durante su set, la Iguana mechó canciones de su discografía solista (“Lust for life”, “Home” y “The passenger”, mis favoritas) con algunos clásicos de los inoxidables The Stooges, entre ellos “I wanna be your dog”, “Raw power” y “No fun”.
Finalmente, y ya cuando el campo de River era un mar de gente, se escuchó el famoso “uanchutrifor”, con el que los Ramones desataron su arrolladora energía. Sin gestos nostálgicos ni demagogia, el cuarteto aprovechó su hora y cuarto sobre el escenario para repasar por última vez (al menos en nuestro país) la incontable cantidad de clásicos que cosechó en poco más de dos décadas de trayectoria. Al margen de lo increíble que era escuchar a estos cuatro tipos sonar en vivo, fue emocionante ver a Marky atrincherado detrás de la batería, a CJ apuntalando a pleno con su bajo, a Johnny castigando su eterna Mosrite y al gran Joey aferrado al micrófono en el centro del escenario y dejando su voz en temazos como “Teenage lobotomy”, “Blitzkrieg bop”, “Pet sematary”, “I just want to have something to do”, “Pinhead, “Poison heart” y “I believe in miracles”, entre otros.
En fin, en ese momento tuve la certeza que había presenciado un show memorable. Pero con el paso del tiempo caí en la cuenta que la música había perdido a uno de sus grandes exponentes y, lo peor de todo, es que ninguna banda sería capaz de llenar ese vacío..
Fernando