sábado, 17 de octubre de 2015

Arte & Música: Hugh Syme

A la vez que se desempeñaba como tecladista ocasional en Rush (grabó en algunas canciones de los discos “2112”, “Permanent waves” y “Moving pictures”), el canadiense Hugh Syme comenzó a forjarse un nombre como artista vinculado al rock y el metal. Fue así como a mediados de la década del 70, empezó a idear las tapas para Rush desde el álbum “Caress of steel”, llegando incluso a diseñar el famoso logotipo de la banda.
Sin abandoner a Rush (realizó las tapas de la mayoría de sus discos), durante los años 80, su labor se extendió a grupos de renombre como Virgin Steele (“Noble savage”), Quiet Riot (“QR III”, “QR”), Outlaws (“Soldiers of fortune”), Whitesnake (“Whitesnake”, “Slip of the tongue”), Kingdom Come (“Kingdom come”, “In your face”), Lillian Axe (“Lillian Axe”), Night Ranger (“Man in motion”), Survivor (“Too hot to sleep”), Bon Jovi (“New Jersey”), Bad English (“Bad English”), Fates Warning (“Perfect symmetry”) y Bonfire (“Point blank”), entre otros.
Ya en la década del 90, Syme dejó su impronta en álbumes de bandas como Slaughter (“Stick it to ya”), Warrant (“Cherry pie”), Great White (“Hooked”), House of Lords (“Demons down”), Megadeth (“Countdown to extinction”, “Youthanasia”, “Cryptic writings”), Impelliteri (“Grin and bear it”), Aerosmith (“Get a grip”), Def Leppard (“Retro active”), Coverdale/Page (“Coverdale/Page”), Queenrsÿche (“Promise land”, “Hear in the now frontier”), Iron Maiden (“The X factor”), Alice Cooper (“A fistful of Alice”), Supertramp (“Some things never change”) y Arena (“The visitor”).
En los últimos 15 años, el canadiense diseñó portadas para The Allman Brothers Band (“Hittin’ the note”), Tiles (“Window dressing”, “Fly paper”), Dream Theater (“Octavarium”, “Systematic chaos”, “Black clouds and silver linings”, “A dramatic turn of events”, “Dream Theater”), Nevermore (“This godless endeavor”), “Stone Sour (“Come whatever may”) y Flying Colors (“Second nature”), por mencionar algunos.
Para conocer más sobre el artista: www.hughsyme.com/test.html 



jueves, 8 de octubre de 2015

Un músico, cinco frases: Johnny Ramone (The Ramones)

Johnny Ramone (8 de octubre de 1951 – 15 de septiembre de 2004)

* Grupo anterior: Tangerine Puppets.
* Cantante favorito: Elvis Presley.
* Oficios anteriores: Delincuente juvenil y obrero de la construcción.
* Hobbies: Ver baseball (era fanático de los Yankees), coleccionar autógrafos de famosos, las remeras de dibujos animados.
* Películas favoritas: “The bride of Frankenstein” y “The mummy”.
* Recital favorito: New York Dolls.
* Color favorito: Blanco y negro.

1- “No creo que nuestro objetivo sea sorprender a nuestros seguidores, sino hacerlos felices. La sorpresa es que nuestro último álbum es tan repugnante como el que editamos hace 10 años o más repugnante todavía”.
2- “Parece como que las bandas tienen siempre la obligación de cambiar, pero aparte de Los Beatles, ninguna cambió para mejor. Por lo general las bandas cambian para peor, porque se aburren o porque se olvidan para qué salieron al ruedo. Nosotros tratamos siempre de tener en mente qué es lo que quieren los fans, lo que ellos piensan que es bueno y malo. No lo que los críticos o la gente alrededor nuestro piensa, porque a ellos les interesa una mierda lo que nos pasa”.
3- “Pienso que de cierta manera uno tiene que cuidar su imagen. ¿Qué pensaría un fan de los Ramones si me viera llevando la bolsa del almacén? El problema es que a veces me cuesta hacérselo entender a mi novia y no quiere llevarla”.
4- “Una verdadera banda tiene que tener una imagen grupal y una actitud al salir al escenario. Nada de subir, afinar, hacer algunos acordes y hablar pavadas desde el micrófono. No me banco esa boludez artificial de querer hacer participar al público diciendo: ‘¿Están bien?’ o cualquier otra de las estupideces usuales. También detesto cuando una banda hace sus viejos temas en una forma distinta a la original. Nosotros tocamos nuestros viejos temas en la misma forma que siempre, a lo sumo ahora los hacemos más rápido para que no digan que estamos viejos”.
5- “Siempre me gustó decidir sobre mi propia vida y siempre odié a la gente que me dice qué hacer”.

miércoles, 7 de octubre de 2015

A 29 años del “Reign in blood”, el apocalipsis sonoro sigue siendo el mismo

1986 fue un año en que el thrash estaba rindiendo sus mejores frutos. Si echamos un vistazo en retrospectiva recordemos que fue el año en que Metallica lanza una de sus grandes obras maestras como “Master of puppets” y un año antes Exodus sorprendió al mundo con el devastador “Bonded by blood”, un álbum que a estas alturas es considerado como el extracto puro de lo que este género representó a mediados de los ochenta.
Y si bien Slayer ya había dado un gran golpe de cátedra en el estilo con su álbum de 1985 “Hell awaits” o con el EP de 1984 “Haunting the chapel”, fue el clásico “Reign in Blood” (editado hace exactamente 29 años) el que los consolidó como uno de los principales referentes del movimiento, haciendo un álbum de thrash verdaderamente impactante, de un linaje agresivo, directo, nutrido de una oscuridad realmente siniestra en sus letras y que logró que no pasara mucho tiempo desde su lanzamiento para que causara el delirio de las hordas de fans del metal que cayeron rendidos a sus pies.
“Reign in blood” estuvo marcado por una de las sociedades que más han perdurado en el género entre banda y productor, pues es el -ya a esta altura- reconocido y exitoso productor Rick Rubin sería quien los reclutaría en su sello que llevaba poco de haberse fundado: hablamos de Def Jam Records, sello insigne de los ’90’s no sólo para Slayer, sino que para muchas bandas del circuito del rock y el metal durante esa década.
El disco, claramente nutrido de una lírica oscura, tachada de satánica por muchos sectores, no sólo iba a ser controvertido por esas temáticas que eran parte del concepto de Slayer, y que bien habían sido patentadas en “Hell awaits”, sino que también en esta oportunidad Slayer puso en el tapete el tema del holocausto, principalmente en esa inconmensurable muestra de riffs y poder de la apertura: “Angel of death”, el tema que más que nada daba a conocer acerca del “carnicero” alemán Josef
Mengele y sus abominables prácticas con los experimentos con los cuerpos de los niños judíos en los campos de concentración de Auschwitz en la época de la Segunda Guerra Mundial, tema que a través de los años Slayer ha tenido que defender justamente replicando aquello: contar la historia de uno de los personajes más siniestros de la historia, sin adularlo ni celebrar sus acciones. Por lo demás, las temáticas que han caracterizado a Slayer de alguna forma sopesarían lo que todo el mundo puso en tela de juicio en algún momento, acá había canciones que daban cuenta de la violencia, los asesinatos en serie, o el cuestionamiento de las religiones entre muchos otros tópicos, sin ser absolutamente necesario recurrir a la adoración del diablo en sus letras directamente. Slayer se confrontaba a sí mismo con las críticas de sectores religiosos pero también tuvo fundamentos en donde apoyarse para demostrar lo contrario.
La mano de Rick Rubin fue de vital importancia, el sonido un poco sucio de sus anteriores placas quedó de lado en pos de una absoluta recarga de poder, en que de algunas forma sonaban más limpios, lo cual no quitaba lo incendiario y devastador del álbum, fue una nueva etapa en que Slayer gracias al trabajo de Rubin estaba redefiniendo su propio estilo, desmarcándose de la media sónica de aquellos años y solventando un sonido que los vería llegar al trono de honor de las bandas del género.
Las canciones hablan por sí solas, dejando fuera la atropelladora “Angel of death”, aparecieron temas que ya son piezas clásicas de la banda de este vital registro hecho por estos cuatro músicos infernales: “Piece by piece”, “Criminally insane” o “Necrophobic”, donde la rapidez en la ejecución y la perfecta sincronización entre la demoledora impronta en la batería de un sólido Dave Lombardo conjugado con los más asesinos riffs sin tregua de Kerry King y Jeff Hanneman, aunarían todo este ambiente incendiario y brutal, como pocos vistos hasta la fecha.
Los riffs de canciones como “Postmortem” o “Raining blood” de alguna forma fueron más elaborados que lo hecho hasta la fecha, pero empataban con el concepto del álbum de forma perfecta, es un disco donde no sobra ni falta nada, si bien hay canciones que fueron sobresalientes, no hay ninguna que se quede corta.
Fueron canciones de tiempos cortos, directas, en su poca duración cada una entregaba mucho. Había tiempo para brutales marchas, la inclusión de esos oscurísimos solos de guitarra pareciesen que
viniesen del mismísimo infierno. Slayer en un poco más de 30 minutos dejaba las cosas claras y, dicho sea de paso, se matriculó con una de las obras más influyentes del estilo. El propio Kerry King ha dejado claro que es una obra que se separa un poco del resto de la discografía de Slayer y que volver a repetir algo parecido es prácticamente imposible.
Es la vulgar demostración de poder de Slayer, no es para nada raro que le hayan dedicado años más tarde un DVD completo llamado “Still reigning” (2004), donde tocaron el álbum en su integridad y también no es raro que muchas canciones de su repertorio actual en sus actuaciones en directo sean de este álbum. Una obra maestra del thrash en su néctar más puritano, que desata la más bestial de las furias y que sigue siendo un referente para las nuevas generaciones del metal.

                                                                                                                (Fuente: www.nacionrock.com)

sábado, 3 de octubre de 2015

Arte & Música: Ken Kelly

Discípulo indiscutible de Frank Frazetta (célebre por sus diseños para las series “Mad Max”, “Flash Gordon” o “Conan, el Bárbaro”), Ken Kelly (nacido en mayo de 1946 en Connecticut), es un artista estadounidense estrechamente ligado con la fantasía heroica.
Con más de 30 años de trayectoria, sus pinturas giran en torno a vikingos, brujas, doncellas y dragones, retratando –al mismo tiempo– paisajes exóticos, lugares encantados y campos de batallas primarios.
En la década del 70 hizo un par de ilustraciones para la tapa de la revista “El castillo de Frankenstein”. Luego trabajó para otras publicaciones, como “Conan, el Bárbaro” y “Tarzán”.
Sus pinturas para el heavy metal abarcan a bandas tan diversas como Manowar (“Fighting the world”, “Louder than hell”, “Gods of war” y “The lord of steel”), Rainbow (“Rising”), Kiss (“Destroyer”, “Love gun”, “Destroyer: Resurrected”) y Alabama Thunderpussy (“Open fire”).
Kelly también ilustró la portada de “Space invader”, el sexto album solista de Ace Frehley.