Stanley Kubrick (26 de julio de 1928 / 7 de marzo de 1999)
1- “Si puede ser escrito o pensado, puede ser filmado”.
2- “Una película es (o debería ser) como la música. Debe ser una progresión de ánimos y sentimientos. El tema viene detrás de la emoción, el sentido, después”.
3- “Si puedes hablar lo suficientemente brillante sobre un tema darás la impresión de que lo dominas”.
4- “La pantalla es un medio mágico. Tiene tal poder que puede mantener el interés, ya que transmite emociones y estados de ánimo que ninguna otra forma de arte puede transmitir”.
5- “Las grandes naciones han actuado siempre como gánsteres, y las pequeñas, como prostitutas”.
Kubrick x 5
1- “La naranja mecánica” (1971)
2- “El resplandor” (1980)
3- “2001 – Odisea del espacio” (1968)
4- “Senderos de gloria” (1957)
5- “Nacido para matar” (1987)
A mediados de los 90, en el boletín bimensual de recomendaciones que enviaban desde la desaparecida tienda madrileña Discos Del Sur, Luis Lapuente empezó una reseña sobre un recopilatorio de los Ramones (ahora no recuerdo cuál) diciendo esta gran verdad (cito de memoria, no es textual): “Vamos a decirlo de una vez. Los Ramones son la mejor banda de Rock’n’Roll de la historia”. Creo que nunca he leído nada con lo que pueda estar más de acuerdo. No porque sean los mejores, lo cual es algo muy subjetivo, sino porque son los que mejor han sabido sintetizar la esencia y el significado del Rock’n’Roll: sencillez, contundencia, diversión, desenfado, gamberrismo y rebeldía. Todos esos condimentos, los han tenido a manos llenas y los derrocharon sin mesura en sus discos y canciones.
Para muchos, hoy en día, son una marca de camisetas (es triste decirlo, pero así es). Todo hay que decir que habrán vendido muchas más t-shirts que discos y que son legión los que lucen palmito sin saber quiénes fueron Joey, Johnny, Dee Dee y Tommy o, como en este disco, Marky; o qué carajo de
canciones hacían. Pues en este “Pleasant dreams” hicieron canciones realmente memorables, algunas de las mejores de su extenso y celebrado repertorio. Porque, si bien es cierto que muchos no tienen ni idea qué significa eso de Ramones, también son legión los fans que los tienen en un altar y los consideran fundamentales en sus vidas. Para mí lo son desde que, con diez años, alguien le regaló a un amigo mío un ejemplar del “End of the century”, el celebrado álbum anterior y que les produjo un tal Phil Spector.
Para éste que nos traemos entre manos, la discográfica escogió al ex 10cc Graham Gouldman, en contra del criterio de la banda que prefería a Steve Lillywhite como productor. Venían algo escarmentados después de su tormentosa (pero de brillante resultado) experiencia con Spector. No fue el único conflicto. Johnny y Joey llegaron a un punto irreconciliable. Además de tener unas ideas políticas diametralmente opuestas (el larguirucho vocalista era demócrata, mientras su colega a las seis cuerdas estaba contento con la reciente llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca), Johnny le levantó la novia a su camarada. También tenían ideas distintas del rumbo musical, ya que Joey tenía una mayor querencia por el pop (lo cual se nota muchísimo en las canciones del álbum, sin duda el más puramente pop de su discografía) y el otro por sacarle un sonido más duro a su Mosrite. El resultado es que por primera vez no aparecen juntos en la portada del disco y se optó por un dibujo de cómic, con una silueta recortada en una puerta. También, por primera vez, las canciones dejan de ser firmadas por la colectividad Ramone y se lee quiénes fueron sus autores. En este caso, se repartieron siete para Joey y cinco para el bajista Dee Dee. El resultado lo apreciamos colocando la aguja en el surco.
Y nos encontramos con “We want the airwaves”, quizá el tema más oscuro de Joey en este disco, en tonos menores, pero con esa voz inconfundible resaltando en medio del marasmo de riffs de su colega y enemigo Johnny. Muy en la onda de canciones anteriores como “I’m affected”.
Sigue “All is quiet on eastern front”, composición del bueno de Dee Dee. A ritmo de twist, si las guitarras no tuvieran ese tono tan característico, podría haber aparecido en alguna película playera de Frankie Avalon y Annette Funicello. Divertida hasta decir basta, Joey y Dee Dee se llaman y responden a lo largo de todo el tema con el único afán de pasar un buen rato.
Y en esto llega “The KKK took my baby away” una de las obras cúlmenes del power pop. Cuenta la leyenda que hace referencia al asunto antes mencionado entre Joey, Johnny y la chica en discordia, aunque algunas fuentes aseguran que la canción estaba escrita antes del affair. La melodía es inmensa, los coros sencillos pero perfectos y el estribillo es lo mejor que uno pueda imaginar. No recuerdo las veces que la he coreado puño en alto. Grandiosa. Pero si alguien pensaba que era mi favorita del disco, se equivoca. Ese honor (quizá dudoso) se lo merece “Don’t go”, probablemente, una de las cinco mejores canciones del mundo. Estaba claro que Joey con estas canciones demostraba ser un fanático del sonido de los Girl Groups (y de Phil Spector, claro). Otro estribillo grandioso y un puente que vale su peso en oro. Obra maestra, se mire por donde se mire.
Llega ahora otra de Dee Dee, “You sound like you’re sick”, canción típica del sonido Ramoniano, con ritmo movido que igual se puede bailar en pogo que twisteando. Y es que canciones así que solo buscan desenfreno, diversión y dejarse llevar por la confusión tienen la virtud de que igual les va un roto y descosido.
Cierra la cara A “It’s not my place”, de Joey, que empieza con un efecto de sonido con un teléfono y luego se sumerge en unos cambios de ritmo grandiosos influenciados por el sonido de lo que se ha denominado como frat rock. De hecho, esta canción por su espíritu podría haber sido tocada por esas bandas universitarias americanas de los años 60. Divertidísima, como todo lo que han hecho estos titanes.
Y al darle la vuelta nos encontramos con otra de las maravillas de este disco, “She’s a sensation”, otra de mis favoritas del repertorio ramoniano. Nos encontramos delante de una canción pop absolutamente redonda, con una melodía hermosísima y, atención, hasta dos subidas de tono a lo largo de la canción que motivan que el tema vaya ganando brillantez a medida que va avanzando. Lo dicho, una genialidad. Y, además, Joey canta tan acojonantemente bien, ¿verdad?
“7-11” es otro caramelito pop con una influencia clara del sonido de los grupos de chicas sesenteros. Con otra producción menos guitarrera y con voces femeninas, a nadie le extrañaría escucharla en el repertorio de grupos como las Angels o Reparata and the Del Rons.
“You didn’t mean anything to me” es de Dee Dee, y tiene un ritmo más movido. Es una canción también muy pop, aunque con ese tono oscuro que le imprimían a ratos los Ramones a sus composiciones. No carece, por supuesto, de esos dobles golpes de caja twisteros a cargo de Marky y es otro de esos imprescindibles desenfrenos de los que está plagado el repertorio del grupo.
Y empalma directamente con otra maravilla de Dee Dee, la muy sobresaliente “Come on now”, que sigue llamando desesperadamente a la fiesta, a bailar y a hacer palmas como si no fuera mañana. Atención al sencillo pero genial solo de guitarra de Johnny. Y es que una canción no necesita más que los ingredientes vitamínicos que tiene esta.
La última canción de Joey en el disco es “This business is killing me”, otra canción de reminiscencias sesenteras, en la que el larguirucho vocalista de los de Queens clama con las situaciones vitales que estaba viviendo por entonces. Claro que canalizar los problemas en canciones así de buenas, con esa melodía no está al alcance de cualquiera.
Y cierra otra joyita de Dee Dee, “Sittin in my room”, otro himno típicamente Ramoniano, de ritmo muy rocanrolero y, por supuesto, invitando a divertirse sin mesura. Y es que los Ramones así entendieron la música y la vida y así nos las mostraron. Probablemente, Lapuente tenía razón y, en efecto, son la mejor banda de Rock’n’Roll de la historia. Gabba, gabba hey!!! (Fuente: elmurodelossonidos.blogspot.com.ar)